Si algo que nos hace recordar a nuestros veranos de infancia, además de tostarnos al sol y tomar muchos calippos de limón, son las acampadas con nuestros amigos en el jardín de casa. No dormíamos nunca, nos llevábamos las linternas imaginándonos que venían lobos a comernos y contábamos chistes e historias de miedo hasta que los ojos se nos cerraban. ¡Ay….qué recuerdos!
Reviviendo esos momentos nos ha hecho pensar en la cantidad de planes que podemos hacer con los peques ahora que están un poco ociosos y muchas veces no sabemos qué hacer con ellos.
El olor a las cuadras, a la tierra mojada….Dar de comer a los animales y disfrutar del contacto con la naturaleza son algunos de los pequeños placeres que nos da la vida y que tenemos que aprovechar.
Nos entra el síndrome Peter Pan. Si eres de esos padres enrollados hasta puedes quedarte a dormir con tus peques pero mejor les dejamos solos y así podemos dormir un poco no?
Aunque muchos dicen que son un rollo hay que hacer por llevarles a alguna exposición que les llame la atención como la que hay ahora en el Guggenheim de Hockney. Incluso hay muchos museos que organizan tours guiados para padres y niños.
Plantar un árbol o una planta es como hacer manualidades. Se pringan y ensucian de tierra ese conjunto nuevo que les acabas de comprar…pero da igual.. La ocasión lo merece. Si no se hace esto en verano, cuando se va a hacer si no?